jueves, 24 de mayo de 2007

La memoria violeta

El 25 de mayo de 1938, sobre las 11h de la mañana, el Mercado Central de Alicante, donde abundaban las mujeres y los niños, sufrió uno de los bombardeos más brutales de la Guerra Civil: nueve aviones fascistas arrojaron 90 bombas desde una altura de unos 4.000 metros; murieron 300 personas. Después llegó el triunfo franquista, 40 años de dictadura, la muerte tardía del dictador, la Transición y la continuidad del silencio... Hasta finales de 2005: casi 70 años más tarde, un escritor, Miguel Ángel Pérez Oca, se atrevió a recordar lo que había sucedido poco antes de que él naciera. Miguel Ángel usó los recuerdos de su madre y de otras personas que sí vivieron aquel atroz suceso. Aún quedan. Todavía quedan víctimas directas de la barbarie que se han atrevido a contar para que no se repita. La memoria violeta fue silenciada durante decenios, incluso hoy escandaliza a los hijos de quienes no respetaron la democracia, la voluntad de las urnas; son los mismos que, por paradójico o surrealista que pueda parecer, se postulan poco menos que como inventores de la libertad.


Crónica de un olvido
25 de mayo. La tragedia olvidada (Editorial Club Universitario), el libro de Pérez Oca, es una novela entre histórica y policíaca, un reportaje que toma elementos propios de la ficción para relatar lo realmente sucedido. El argumento va aproximándonos página a página a aquel día terrible cuyo 69 aniversario se cumplirá mañana. Giordano Pittaluga, el protagonista, se entrevista con testigos directos de la masacre, busca en los lugares más recónditos, pisa los escenarios de la tragedia; y de ese modo va construyendo la crónica de un olvido mientras, sin embargo, hace memoria: digna y necesaria memoria.

No es en modo alguno un libro para la revancha. Es un intento de construir desde el recuerdo de algo que jamás debió suceder, precisamente para que nunca vuelvan a ocurrir monstruosidades como aquella, aunque la verdad es que no hay día que se salve. El valor ético de la obra queda patente ya en la dedicatoria: "A mi madre, que en los peores tiempos de la dictadura supo inculcarme los valores democráticos". Esos valores son los que hacen valiosísima la memoria violeta.

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