jueves, 27 de marzo de 2008

La escritura de otro mundo posible

Puede que parezca increíble, pero Al Gore no fue el primero en advertir sobre los peligros del estúpido camino emprendido por la Humanidad hacia su destrucción. Mucho antes de que el ex vicepresidente (y "ex futuro presidente") de los Estados Unidos protagonizara el documental An Inconvenient Truth (Una verdad incómoda), escrito y dirigido por Davis Guggenheim en 2006, ya habían sido considerables los clamores suplicando o exigiendo un impostergable cambio de actitud (otra forma de estar en el mundo, diría Gore) que alejara al planeta y sus habitantes (nosotros: usted, sus hijos, yo…) del abismo. Sin embargo, tomadas como producto de la extravagancia o del catastrofismo, si no del consumo de sustancias alucinógenas, aquellos avisos acabaron sus días en el vertedero, convertidos en alimento para gaviotas. Al alzar su voz Gore, un señor grueso con corbata que estuvo a punto de gobernar el país que hace y deshace, la sentencia de cataclismo comenzó a tenerse en cuenta.

Un camino hacia el menos
La resistencia a corregir el error continúa siendo pertinaz, y no únicamente en los despachos de los decididores; no obstante, la literatura (seria, responsable, reflexionada, incluso científica) que propone de formas diversas un mundo alternativo posible ocupa cada vez más espacio en las mesas de las librerías. ¿Se trata simplemente de la formulación de un bienintencionado deseo o comienzan a redactarse las bases culturales/educativas para la construcción de ese imprescindible mundo donde la razón se imponga a la codicia? Por la cuenta que nos trae, especialmente a los que acaban de llegar, más vale que se trate de un proyecto de futuro.

Entre el montón de libros que intentan sentar estas bases ha asomado la cabeza recientemente Vivir (bien) con menos, volumen a tres voces (las de Manfred Linz, Jorge Riechmann y Joaquim Sempere) publicado por Icaria que acaba de superar la primera edición. Linz es profesor en la Universidad de Hamburgo e investigador en el prestigioso Instituto Wuppertal (Alemania); además de poeta, Riechmann es profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Barcelona; finalmente Sempere es doctor en Filosofía y profesor de Teoría Sociológica y Sociología Medioambiental también en la Universidad barcelonesa. Su meditación lleva al lector a hacerse una pregunta con tres caras: ¿es posible vivir con menos?, ¿es posible vivir "bien" con menos?, ¿estamos dispuestos a vivir con menos, a seguir el "camino hacia el menos", en palabras del alemán?

La primera interrogante tiene una contestación evidente: por supuesto que es posible vivir con menos, millones de personas lo hacen en todo el mundo mientras nosotros nos entregamos con plenitud al despilfarro; el núcleo del debate radica en la respuesta a la tercera cuestión, y en esa zona los ciudadanos de a pie podemos, si lo deseamos, tener un protagonismo decisivo, y no únicamente cada cuatro años. Pero entonces hay que responder sincera y conscientemente a una nueva cuestión: ¿qué significa "vivir bien"?: ¿poseerlo todo y, además, de forma instantánea? Sempere apuesta por "una vida más frugal", ya que "el bienestar no se mide solo, ni principalmente, por la abundancia"; Linz, por los "beneficios inmateriales con que solo yo puedo retribuirme", y evoca una tendencia que, si bien con timidez y a pesar de Sarkozy, comienza a imponerse: la de trabajar menos, "en vez de ganar más y así poder gastar más".

Cooperación y racionalidad
En definitiva, se trata de aprender a vivir dentro de los límites del planeta si realmente deseamos preservarlo, y de paso ser un poco más solidarios con quienes, a miles de kilómetros o al doblar la esquina, existen pese a haber sido condenados, indecentemente, a la invisibilidad. Pero hay mucho por hacer.

Para empezar, asumir el contexto en el que nos hallamos: el de un sistema cuyo cometido esencial es "producir sujetos deseantes", "hacer a los individuos conscientes de sus carencias, obligarles a que se sientan frustrados, fomentar la envidia hacia el vecino, inducir una torpe emulación inacabable, para ofrecer después una salida fácil a su decepción: comprar" (José Antonio Marina, Las arquitecturas del deseo, Anagrama). El "mundo civilizado" ha construido una dinámica incoherente en la que, en aras de cierta riqueza únicamente económica, primero se produce, luego se empuja al consumo; en esa enloquecida espiral las cifras del exceso resuenan obscenas. Un ejemplo: el periodista italiano Carlo Petrini, uno de los fundadores del movimiento Slow, autor de Bueno, limpio y justo: principios de una nueva gastronomía (Ediciones Polifemo), afirma que en el mundo se produce comida para 12.000 millones personas, cuando tan solo somos 6.300: de ellos, 1.700 padecen diabetes, obesidad o sobrepeso; 855 exclusivamente hambre.

Desde la lentitud, como desean Petrini y sus correligionarios de Slow Society, pero sin pausa, es necesario acerar la voluntad moral, política y ciudadana por construir ese otro mundo, sin duda posible, en el que se imponga la cooperación entre los humanos y la racionalidad ante el entorno en el que vivimos. E. T. Schumacher, economista nacido en Alemania pero británico desde 1946 hasta su muerte (1977), autor de Lo pequeño es hermoso (1973), uno de los libros más influyentes de la segunda mitad del siglo pasado, escribió: "Debemos vivir con sencillez para que otros, sencillamente, puedan vivir". Creo que nadie podrá refinar mejor la cultura que debe imponerse, sí o sí, antes de que sea ya demasiado tarde. (Publicado en el suplemento Arte y Letras del diario Información, 27 de marzo de 2008.)

Lecturas para otro mundo posible
El hambre injusta. Una crónica reciente de la lucha por los alimentos y la dignidad, de Samuel Hauenstein Swan y Bapu Vaitla (eds.). Icaria Editorial.
El club de la miseria. Qué falla en los países más pobres del mundo, de Paul Collier. Turner.
Redes que dan libertad: introducción a los nuevos movimientos sociales, de Jorge Riechmann y Francisco Fernández Buey. Paidós.
Quien parte y reparte: el debate sobre la reducción del tiempo de trabajo, de Jorge Riechmann y Albert Recio. Icaria Editorial.
Un nuevo estilo de relaciones: para el cambio organizacional pendiente, de Koldo Saratxaga. Pearson Prentice Hall.
Alguien con quien hablar, de Ángel Gabilondo. Aguilar.
El descubrimiento de la lentitud, de Sten Nadolny. Círculo de Lectores.
Del buen uso de la lentitud, Pierre Sansot. Tusquets Editores.
Elogio de la lentitud, de Carl Honoré. RBA.
Guía del observador de nubes, de Gavin Pretor-Pinney. Salamandra.
Entre limones. Historia de un optimista y El loro en el limonero, de Chris Stewart. Almuzara.

Películas para otro mundo posible
Hoy empieza todo (1999), dirigida por Bertrand Tavernier y escrita por él mismo junto a Dominique Sampiero y Tiffany Tavernier. Radiografía crítica del sistema educativo, social y político de la sociedad francesa, y por extensión de la occidental, en la que se ataca abiertamente a las instituciones que conforman los tres grandes poderes de un estado moderno.
Los espigadores y la espigadora (2000), documental escrito y dirigido por la francesa Agnès Varda, recoge la forma de vida de los modernos espigadores urbanos, que ya no rebuscan los granos sueltos de las cosechas, sino los yogures que caducaron el día anterior o los restos de fruta y verdura de los mercados arrojados a los contenedores.
Reyes del reciclaje (2000), documental escrito y dirigido por Álvaro Pardo sobre la capacidad de crear e improvisar de los cubanos a la hora de hacer frente a las necesidades más cotidianas en un país desprovisto de materias básicas.
El cielo gira (2004), documental dirigido por Mercedes Álvarez, coautora del guión junto a Arturo Redín. Invita a viajar a Aldealseñor, donde nació Álvarez, un pueblo soriano habitado por apenas 14 personas que, posiblemente, está viviendo sus últimos días.
Super Size Me (2004), documental dirigido y protagonizado por el cineasta independiente Morgan Spurlock en el que se realiza una demoledora crítica a los hábitos alimenticios, y con ellos a los políticos y económicos, de los EE. UU., país donde, como es sabido, la obesidad se ha convertido en la segunda fuente de muertes evitables, solo por detrás del tabaquismo.
El jardinero fiel (2005), dirigida por Fernando Meirelles y escrita por Jeffrey Caine a partir de la novela de John Le Carré, es una valiente denuncia de la industria farmacéutica. El personaje principal, Tessa Quayle, está basado en la activista Yvette Pierpaoli, de Refugiados Internacionales, fallecida en accidente de automóvil en Albania.
Invisibles (2007), documental producido por Javier Bardem que recoge cinco historias de enfermedad y violencia sucedidas en el Congo, Bolivia, África Central y Colombia; las piezas han sido dirigidas por Mariano Barroso, Isabel Coixet, Javier Corcuera, Fernando León de Aranoa y Win Wenders.
Tierra (2007), documental escrito y dirigido por los británicos Alastair Fothergill y Mark Linfield. Un apasionante viaje por el planeta, de norte a sur y a lo largo de las cuatro estaciones, para seguir la vida de diversas especies en peligro de extinción por el calentamiento global.

Otro mundo posible en la Red
Slow Society. El movimiento Slow reivindica la lentitud como forma de escapar de la actual tendencia a la hiperactividad; de esa forma, es más fácil disfrutar y saborear la vida. Una de sus ramas es Città-slow, red de ciudades que apuestan por la desaceleración, la reducción de la presencia de automóviles o la recuperación de la calle para el ciudadano.
Intermón Oxfam. Fundado en 1956, su objetivo es cambiar el mundo para hacer de él un lugar sin pobreza donde todas las personas puedan vivir dignamente y disfrutar de sus derechos sociales y económicos.
Ciudadanos contra el Cambio Climático. Personas que asumen el compromiso individual de aplicar medidas prácticas para reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.
Fotodenuncia de Greenpeace. Espacio que busca la implicación de la ciudadanía para frenar la creciente degradación del medioambiente del planeta.
Ciudad Justa. Una Ciudad Justa o Ciudad por el Comercio Justo es un modelo de ciudad que fomenta la inserción de los criterios de comercio justo en el consumo y las compras de las administraciones, comercios, empresas y otras instituciones públicas y privadas. En mayo de 2000 Gartang (Inglaterra) fue declarada "la primera Ciudad Justa del Mundo". Actualmente hay más de 300 localidades o regiones en toda Europa consideradas ciudades justas, y se trabaja en otras muchas para implantar su programa.
Instituto Wuppertal. Fundado en 1991, en Renania del Norte-Westfalia, entre sus actividades destacan el estudio y desarrollo de directrices de política medioambiental, así como de estrategias e instrumentos para promover la sostenibilidad en el ámbito regional, nacional e internacional. Su principal foco de atención es la ecología y su relación con la economía y la sociedad.
Freegan. Movimiento nacido en la costa oeste de Estados Unidos hace décadas. Sus miembros, que se comprometen a "desobedecer la orden de comprar", reciclan los alimentos que otros desechan.
The Cloud Appreciation Society. La Sociedad para la Observación de las Nubes fue fundada por el periodista Gavin Pretor-Pinney, autor de la Guía del observador de nubes. Cuenta con miles de miembros en todo el mundo.
Icaria Librería. Espacio para el pensamiento crítico y las propuestas transformadoras.

lunes, 17 de marzo de 2008

El lector asesino

En su artículo "La pequeña biblioteca de Auschwitz. La lectura en las barracas" el gran lector Alberto Manguel explica que "Habría sido casi inconcebible para un hogar berlinés de los años 30 no hacer alarde de una biblioteca", afirmación que, tomada con razonable ingenuidad, resulta decepcionantemente paradójica, sobre todo si se ha leído en La experiencia de leer, de C. S. Lewis, que la lectura implica, entre otras cosas, "ver también por otros ojos, imaginar con otras imaginaciones, sentir con otros corazones". Cómo es posible -imagino que se preguntará el cándido, yo mismo- que aquella Alemania culta cometiera una de las mayores atrocidades contra la propia Humanidad.

Sin salir de ese contexto, la prensa de ayer desvelaba la identidad del asesino de
Antoine de Saint-Exupéry, autor de Le petit prince, Vol de nuit, Pilote de guerre, Citadelle y Carnets, entre otros libros. El 31 de julio de 1944, Horst Rippert, piloto de la Luftwaffe, derribó cerca de la costa de Toulon el avión de Saint-Exupéry: la víctima tenía 44 años; el asesino, apenas 20.

Rippert ha recordado que "Era un día precioso, soleado". También que, durante la guerra, consiguió derribar 28 aparatos. "De haber sabido que Saint-Exupéry iba en ese avión -ha añadido-, no hubiera disparado. Ya entonces había leído todos sus libros, era un escritor célebre".

En sus magníficas Apostillas a 'El nombre de la rosa' Umberto Eco recuerda que el grupo del
Oulipo construyó una matriz de todas las situaciones policiacas posibles y descrubrió que "aún no se ha escrito ningún libro donde el asesino sea el lector". Aunque en otro género, la biografía de Rippert podría desmentir esa conclusión. Me gustaría leerla; sobre todo para saber si alguna vez contó la historia de El principito a sus hijos.

lunes, 10 de marzo de 2008

De aquellas aguas...

"En el siglo III, Constantino vio que el cristianismo adquiría importancia. Como la religión pagana no resolvía los problemas, ofrece al cristianismo ser la religión del imperio y los obispos se hacen con el derecho de no pagar tasas, ni impuestos de sucesión, ni tributos, cosas que existían en la jurisdicción romana. Tenían el poder del espíritu y desde entonces el poder material, sin olvidar que se hicieron con propiedades por toda Europa gracias a un documento, supuestamente escrito por Constantino en su lecho de muerte, que se demostró después que era falso". Se lo cuenta Dario Fo, Premio Nobel, a Rosana Torres en El País de ayer. Sí, de aquellas aguas estos lodos.

domingo, 2 de marzo de 2008

Ciberborges: "Vi internet"

No suelo chatear, no me gusta. Prefiero las conversaciones a la cara mediando habano y ron. No obstante, a principios de año, buscando información sobre un libro de Perla Sassón-Henry acerca de Borges y su posible previsión de internet (Borges 2.0: From Text to Virtual Worlds), fui a caer de bruces en medio de una cibercharla en la que un manojo de extraños nombres (Abenjacán, eBilly, Camelot, Arizona13…) divagaban en torno a la obra del creador de Pierre Menard. Me saludaron, saludé y me mantuve atento, pero al margen, durante unos minutos.

Me disponía a abandonar a la francesa el sitio cuando Ciberborges hizo su entrada. En realidad, también él llevaba allí algún tiempo, más que yo: su ingreso se produjo a la manera de un retorno, "Como he explicado antes…". Un comentario de Arizona no le había gustado, y lo rebatió con aspereza. Lo que sigue es un resumen (desde luego a salvo de emoticones y otras licencias de este tipo de cháchara) del diálogo que mantuvimos ambos en medio de la tertulia por instantes despoblada.

Eco fue el primero
"¿Ciberborges?", pregunté. Transcurrieron varias intervenciones y dos insistencias mías antes de que contestara, con recelo. Le conté que escribía para un periódico (este) sobre la tesis de Sassón. Conocía a la autora, conocía el libro, tecleó. De hecho, no eran los primeros comentarios sobre su predicción del mundo virtual: "Eco fue el origen, supongo que lo sabe: Umberto Eco"; y se lanzó a recordar que él, en los 40 del siglo XX y en su gran cuento, más de dos décadas antes de DARPA, ya hablaba de un "lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos": "Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América –recitó–… vi tu cara…", una ojeada universal, es cierto, desde "una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor" (de apenas dos o tres centímetros de diámetro) que, ya se ha dicho, anticipaba la webcam desde la que, como en tantas célebres distopías, cualquier Gran Hermano podrá vigilar nuestros movimientos para asegurarse de que el sistema, sea el que sea, no corre peligro; porque un Aleph es "uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos", un tesoro para cualquier déspota.

Biblioteca mundial
Y no solo. Junto a esa inquietante precocidad, Ciberborges evocó su anuncio de un libro de arena sin principio ni fin cuyo número de páginas era "exactamente infinito", el germen, en su opinión, de la auténtica creación digital, permanentemente actualizada, en revisión constante, dilatada hasta la eternidad...

Hubo más (tendré que resumir, pues un diario sí es finito): "En Tlön, lo puse negro sobre blanco, no existe el plagio porque se ha establecido que todas las obras son obra de un solo autor, que es intemporal y es anónimo, y esa es la mejor definición de lo que ahora, setenta años después, vienen ustedes a llamar web 2.0". Y añadió, y no le faltaba razón, que él había creado a Ireneo Funes, "el memorioso", quien, tras un accidente equino que lo postró de por vida, estrenó la facultad de poseer "las memorias más antiguas y más triviales", así como el conocimiento de un presente "casi intolerable de tan rico y tan nítido, ¿le suena?". "Le falta la biblioteca interminable de Babel", intenté cortarle. "En absoluto. Esperaba que usted lo añadiera, estaba muy callado, creí que había muerto. ¿Cómo olvidar aquel archivo total, multiforme, que abarcaba todos los libros, que registraba todo lo que es dable expresar, en todos los idiomas; como decir la sabiduría ilimitada? La biblioteca que aunara todas las bibliotecas, una quimera que tardará poco en hacerse realidad, unos años, los pocos que se demoren en verter la tinta a la pantalla y luego construir una única biblioteca que ofrecerá no solo todas las respuestas, sino, lo más importante, tome nota, todas y cada una de las preguntas...".

"Vio usted internet, maestro", me doblegué por fin, olvidando que me escribía con un impostor; él sonrió virtualmente: "¿Qué sé yo, che? Más que visión, fue la expresión de un anhelo. Este cieguito vio en sueños su Red. Vi internet, sí, como diría yo en mi cuento. Pero no sé lo que vi: no sé si sueño o pesadilla, de veras, no lo sé". Deseé que sueño, y él compartió mi esperanza añadiéndole un símbolo de duda.

Llegados a este punto, comprendí que debía tomarme una cierta libertad: "Ciberborges, ¿quién eres?". "El alma virtual de Borges", respondió, y añadió una carita satisfecha. "¿Volveremos a encontrarnos?". Hubo un silencio: un tiempo en blanco, unos segundos sin vida. "Puede –contestó–. Aunque quizá nos llamemos de otro modo". (Publicado en el suplemento Arte y Letras del diario Información, 29 de febrero de 2008.)

 
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