Uno de los modos más inteligentes de construir los personajes de un relato, especialmente los protagonistas, es utilizando sus propias palabras. No únicamente las que emplean y cómo las emplean, sino, sobre todo, las ideas que inspiran. Un ejemplo: hace unos días la prensa recogía la visita que el presidente de los Estados Unidos había hecho a Benedicto XVI, quien agradeció a Bush "su compromiso con los valores morales fundamentales" (sic). Teniendo en cuenta cuál ha sido a lo largo de su trayectoria política la actitud del norteamericano, admirador de la pena de muerte y la guerra, el papa de los católicos queda sin duda alguna perfectamente caracterizado con sus palabras. (Para ampliar el concepto, ver Amén, dirigida por Costa-Gavras.)
miércoles, 18 de junio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
y la imagen tambien lo dice todo, y como si fuera poco, auto-subrayada con otra foto mas
saludos!
Publicar un comentario