Hace una semana la Comisión Cívica para la Recuperación de la Memoria Histórica plantó un almendro en flor en el espacio donde estuvo el Campo de los Almendros, en Alicante. Junto al árbol, enmarcado por los colores de la bandera española de la II República, podía leerse este texto: "En este lugar estuvo el Campo de Almendros y aquí está su memorial".
Apenas 48 horas más tarde, el árbol fue brutalmente arrancado y el cartel manchado con símbolos fascistas y la palabra asesinos, que sin duda describe perfectamente a quienes son dignos de la admiración de estos vándalos iletrados, analfabetos, incultos hasta causar pena, ni siquiera risa.
Es evidente que en cualquier país, por civilizado que sea, pueden andar sueltos unos cuantos cabestros ignorantes que insulten a las víctimas y jaleen a los verdugos; lo preocupante, y nauseabundo, es que las instituciones (que se suponen que han de dar ejemplo) miren para otro lado cuando algo así ocurre, suceda donde suceda, en Alicante o en Euskadi. Las víctimas de la intolerancia merecen siempre nuestra solidaridad, aunque no se las pueda utilizar para obtener votos.
Apenas 48 horas más tarde, el árbol fue brutalmente arrancado y el cartel manchado con símbolos fascistas y la palabra asesinos, que sin duda describe perfectamente a quienes son dignos de la admiración de estos vándalos iletrados, analfabetos, incultos hasta causar pena, ni siquiera risa.
Es evidente que en cualquier país, por civilizado que sea, pueden andar sueltos unos cuantos cabestros ignorantes que insulten a las víctimas y jaleen a los verdugos; lo preocupante, y nauseabundo, es que las instituciones (que se suponen que han de dar ejemplo) miren para otro lado cuando algo así ocurre, suceda donde suceda, en Alicante o en Euskadi. Las víctimas de la intolerancia merecen siempre nuestra solidaridad, aunque no se las pueda utilizar para obtener votos.
2 comentarios:
Al final de la entrevista a Alfredo Landa (gruñón declarado, y por eso creo yo de fiar) que publicó El País Semanal el domingo pasado, el actor viene a decir que lo que le falta a España es aprender respeto. Ese sustantivo, riquísimo, incluye otros: tolerancia, educación, sensibilidad... También dice que no tenemos arreglo. Y lo dice un español de cuya españolidad nadie dudará.
Yo quiero ser holandesa.
Irán al infierno que ellos se inventaron para los otros. Al menos nosotros simplemente dejaremos de existir.
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