jueves, 19 de abril de 2007

La flor del manzano

En cuanto el sol ha empezado a empujar, el manzano se ha cubierto de hojas pequeñas, tiernas, que al poco han abierto el paso a tres curiosas asociaciones de flores. Es la primera vez que lo veo. Aparecen en grupos de seis o siete, huelen casi a jazmín, los pétalos son blancos por delante y rosados en el envés, aunque ambas caras se prestan un toque de sus colores, contra los que destaca astutamente el amarillo de las anteras. He leído que esos elencos (nunca mejor dicho: "Conjunto de personas que intervienen en un espectáculo...", en el Espasa) florales se llaman "umbelas", y que las hojas del manzano son "lanosoblanquecinas" por su parte posterior. Ya sé algo más que, posiblemente, olvidaré pronto; pero no el recuerdo de esa imagen que morirá dentro de unos días para convertirse lentamente, espero, en fruta y, eso sí, reaparecerá la primavera que viene compensando, con otros pequeños milagros de la estación, el frío a veces criminal de enero y febrero. El frío que, a su modo, es verdad, también merece la pena.

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