Hace muchos años le escuché a la poeta panameña Bertalicia Peralta una frase, quizá unos versos, que retratan perfectamente a esos individuos sin duda más próximos al estiércol que a la humanidad: "Hay personas que no son tan malas como parecen: son peores". Tal vez sea incluso generosa para definir a los que mandan desagradables correos electrónicos a familiares de las víctimas del 11-M. A esa gentuza, incapaz de hacer la o con un canuto sin que alguien les conduzca la mano, los cargan de odio algunos dictadorzuelos con frenillo y tirantes que se dicen periodistas pero no son más que señoritingos sin ningún tipo de escrúpulos. Habrían sido inmensamente felices en la España de la posguerra, decidiendo quién sí y quién no; para su desgracia, tienen que conformarse con esta España del siglo XXI en la que los mentirosos son mandados al carajo por las urnas. La frustración les genera un corte de digestión permanente, por lo que no ha de extrañarnos ese constante vomitar. Lástima que tal desperdicio sea el alimento intelectual de quienes sólo tienen la cabeza para que les crezca el pelo; y encima algunos de ellos se lo rapan.
viernes, 13 de abril de 2007
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